Un soldado más de esta inaudita guerra.
Armado de nostalgia y suspenso
lo empujaron a sacrificar algo más que sus ganas de vivir.
lo empujaron a sacrificar algo más que sus ganas de vivir.
Sangra.
Huye.
Grita.
Limpia su rostro y sostiene temblorosamente su arma,
una sonrisa.
Baja cuidadosamente los escalones de la angustia esquivando alivios temporales,
ansía que la batalla acabe.
No sabe cómo llego hasta ahí pero sabe lo que debe hacer si quiere sobrevivir.
Caen a su lado los cuerpos asombrados de tanta maldad,
caen y lo salpican de dudas sobre su existencia.
Corre entre la selva para esconder su miedo,
él cree que podrá así rendirle culto a su hombría heredada.
Lo veo a lo lejos,
manteniendo la esperanza de poder cambiar la historia.
Lo hubiese intentado otra vez,
pero no aprovechó la oportunidad.
Ubicado se prepara para disparar su sermón sobre cómo sobrellevar el hecho de no saber qué hacer pero aún así querer hacerlo.
Esa disyuntiva le dio ánimos y corrió hasta la orilla donde se reflejó entre las piedras.
Sumergido en el charco de la miseria pudo darse cuenta del tiempo que había transcurrido durante su pelea.
Ya veterano no supo qué hacer con su efímero y borroso futuro.
Perdió tanto tiempo esquivando el dolor que sobrevivió sano y a salvo.
Ahora lo veo muy cerca de mi,
se aferra a la idea de haber triunfado al conservar su vida
y no se da cuenta otra vez que esto debe doler para sentirse.
y no se da cuenta otra vez que esto debe doler para sentirse.
La vida siempre duele.
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