se deslizan lentamente los sueños y desechos de sus habitantes,
caen y se enredan entre la flora del paisaje,
adornan terroríficamente el horizonte y nos hacemos los desentendidos.
Plástico, sexo y adicción es lo que sobra.
Lloran las montañas y lloran los valles.
No hacen más que vivir ansiosamente día a día,
mientras su fauna sufre el incontenible proceso de la devaluación del entorno,
la fatal consecuencia de las equívocas decisiones de los verdaderos animales.
Dejan claro cuál es su prioridad y queman deseos que ya no pueden guardar,
no hacen más que generar desperdicios y desigualdades acordes a su vida.
Lloran las montañas,
lloran los valles y llora la madre tierra,
No hay nada que se quiera hacer por intentar retroceder un paso,
un solo maldito paso de este fanatismo pendejo de invadir lo que no se debe tocar.
Cuerpos que caen intranquilos en las frías calles de los pueblos y ciudades,
suplicando con la mirada,
rogando una oportunidad de volver a la vida.
Como si alguien más tuviese la potestad de devolverles el alma que ellos mismos han perdido.
Cuerpos que fueron asesinados por la imbecilidad de sus ciudadanos al ignorar los problemas que sí importan y se deben resolver.
Nada más fácil que ignorar lo que duele.
Lloran las montañas,
lloran los valles,
llora la madre tierra y
lloran en silencio los fantasmas de la oscuridad.
No sabemos más que colonizar terrenos y apropiarnos de conceptos,
creemos saberlo todo y no sabemos nada.
Hemos destruido a punta de palabras mal dichas y acciones vacías lo que nos han heredado,
dejamos sólo basura y teorías.
Celebramos cada error del prójimo como si fuese una oportunidad y lloramos cuando nos corrigen,
nos quebramos de rabia al no poder comprar el perdón de nuestras culpas,
enterramos cada tarde toneladas de resentimientos para conseguir el refugio de la noche,
el consuelo de las mentes agobiadas,
esperando tal vez algún día no volver a despertar.
Lloran las montañas,
lloran los valles,
llora la madre tierra,
lloran en silencio los fantasmas de la oscuridad y
ríe confiadamente la vida.
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