Esa firmeza con la que castigamos a los pensamientos diferentes.
Esa manera tan fácil de hacernos los desentendidos en lo que no queremos entender.
Disfrutamos el hecho de coleccionar los dolores y los fracasos,
exhibirlos en nuestro perchero de experiencias y vender una nueva historia.
Reescribimos la misma historia una y otra vez,
y aunque sepamos que hay cuentos más oscuros sonreímos cuando alguien siente pena.
Olvidar con elegancia los golpes de la vida,
y recordarlos cuando el agua se transforma en algo más que un vino.
La complejidad del ser humano radica en ser algo que no queremos ser.
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