18 noviembre, 2012

Puta del viento

Arrancaste fríamente el cuchillo traicionero de mi espalda,
sonriendo mientras yo me ahogaba en un charco de decepción
del color de tus ojos.

Limpias tus dedos largos, viejos y torcidos.


Finges ser feliz en el mundo que inventaste para huir de tu miserable vida,
tratando de olvidar la violación que disfrutaste a los 13 y tu adicción a los calmantes disfrazados en líricas.

Te cortas diariamente durante los destellos de psicosis e histeria,
escuchas caballos detrás de ti y no puedes dejar de inhalar hadas.

>>Dices que su polvo mágico es el mejor<<


Muero sobre papeles arrugados, deudas y escritos.
Recogen mi obeso y pálido cuerpo, 
lo entierran en el bosque junto al loco obrero de la esquina...
Pero sabes que sigo aquí en tu mente.


Sigo tus pasos, huelo tu sudor, mando a la verga a los pastores y te espío mientras entregas tu útero y tu ecuador a los camioneros y te veo no disfrutar... ni el dinero que te lanzan.

Pero aún así eres feliz, 
o eso es lo que le cuentas a los megáfonos alternadores de cuentos con los que te reúnes cada sábado a comentar sobre tu virginidad.

>>Después de tu historia hablaron sobre el narco que se acuesta con la monja<<

¿Al final quién tuvo una vida miserable?

Sólo fui un poeta pobre, lleno de deudas y sin nada bueno para escribir.
Ese poeta que tenía una pluma en su mano y la usaba solo porque no era agradable ante los ojos de la manada analfabeta, con ojos chuecos y dientes amarillos.

>>Insisto en creer que el cigarro cura mis heridas<<


Tú, puta del viento... sonríe.

Yo seguiré viendo desde adentro de ti cómo lloras arrepentida la muerte de mi cuerpo, 
y cómo intentas morir después de recoger las monedas del piso.

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