24 marzo, 2021

Angustia

Arranca los ojos y los saca de mi rostro por las mañanas,
así evita que pueda ver la película que proyecta mi realidad,
pero la música aún suena en mi cabeza.
Enjuaga mis culpas con autoperdones ligeros antes del desayuno,
me obliga a succionar el aire que queda en el ambiente para insertarlo
 en los otros oídos convertido en espesas palabras que no logran comprender,
arrastra mis pies por la tierra de nadie 
y me deja habitar en los pequeños rincones que la gente ha olvidado.

Escritos largos e inéditos recorren mis venas,
me mueven de las esquinas oscuras y 
destapan botellas de actos inconscientes para obligarme a beberlas como antídotos del veneno que la vida me ha inyectado.

Las coloridas lágrimas de los menos afortunados logran conmover mi espíritu vacío y lo pintan de ganas de intercambiar destinos, como si yo pudiese hacer algo mejor que no intentar hacer algo, como si fuese capaz de sobrellevar el peso de mi respiración junto con la tropezada humanidad de alguien más, como si estar de pie no me costara lo suficiente y quisiera adquirir grandes responsabilidades ajenas a mis habilidades naturales sólo para sentirme menos mal.

Lo intento, lo juro, pero la fragancia de lo incierto me atrae más que los olores que son familiares para la nariz mía... olores que casi no logro distinguir.
Creo personajes imaginarios que comparten mi miedo,
para así poder hablarlo con alguien más mientras estoy dentro.
Ensayo conversaciones profundas con el silencio y encuentro soluciones eficaces a mis problemas internos. 
Soy mi paciente y mi cirujana.

He cruzado tantos mares de pensamientos a punta de brazadas apuradas y cansadas que estoy segura de poder reconocer el origen del alfabeto que llena cada mar. 
Crucé de norte a sur y regresé por el camino equivocado... 
"¿Cómo pudo eso ser posible?
¡Tenía un plan!".

Entonces, la angustia gobierna mis temblores e impide el paso de aire puro por mi garganta.
Altera la mente y el cuerpo,
ataca todos mis puntos débiles porque sabe que juntos son más que los fuertes.
Mantiene mi acelerado pulso controlado y  se encarga de generar posibles sucesos desastrosos para entretenerme lo que resta del día.

Después de varias guerras descubrí que lo único que podría combatir esos pensamientos, duros y jodidos, es otra cascada de pensamientos;
pero esta vez adquiridos de una mente más fuerte que la mía. 
Abro los libros que el destino me ha lanzado a los pies y la angustia deja de reinar,
se escurre entre las comas respetadas y los acentos bien pronunciados.
Ella me abandona y me permite fluir entre los relatos de alguien más...

Pruebo con cuentos, novelas, biografías, historias, poemas y cualquier otro conjunto de palabras externas a mis carencias o necesidades.
Todo escrito nuevo es perfecto para ayudarme a tomar el control de mí.
Me mira, desde una esquina de mi habitación, y me promete que volverá.
Me hace saber que he vuelto a ser libre justo antes de poder dormir.
Cree saber que en algún momento no soportaré más.

Por eso escribo este libro convertida en otra persona.



Error

El error lo cometió años atrás,
quitándole de raíz toda esperanza de vida libre y rebelde.
Asumió con fuerza el título otorgado por la realeza divina y corrió hacia los pies de su rutina.


Se aferra a los "quizá" y a los "hubiese",
critica otras formas de vida y en su mente les asigna destinos dignos,
se permite dormir sobre deseos y anhelos,
sólo para que la noche sea eterna y el despertar duela más.


Enfrenta su realidad cada día y ha descubierto que la mejor manera de aliviar su pena
es reunir palabras hirientes para escupirlas en el rostro de los que habitan su mundo.
Desaprueba cada decisión tomada por sus abortos fallidos y no escatima la fuerza de su mirada para quitarle sentido a los actos sinceros que rodean sus horas.


Ha planificado su escape por años,
pretende lavarse las manos con sonrisas cálidas y porciones de amor a la distancia,
compró dos tickets a otro universo, uno para su humanidad y otro para las cosas que no se pudo llevar,
pero está atada a su cruz imaginaria.


Vacío

No quiero ser yo la enfermedad que afecte a tu respiración y corte la circulación de tus pensamientos,
no quiero doblegar tus ideales ni permitir que sientas dolores por mí,
ordénale a tus pies que caminen hacia la verdad que ofrecí,
esa verdad que recorre nuestro sistema nervioso y nos pone a temblar por las noches antes de dormir.

El humo entra por las aberturas de las alas e invade los pulmones,
el fuego sacude las paredes de nuestra mente y nos obliga a reaccionar,
evitamos quemarnos pero la única salida está envuelta en llamas.
No hay agua, palabras o recuerdos que nos salven esta vez.



14 diciembre, 2020

Catorce

Los días pasaron enredados como cabellos de demonios en un paraíso correntoso, noches enteras sirvieron de escenario para fabricar con amor recuerdos inolvidables mientras el reloj marcaba el ritmo de las caderas incansables y los gemidos se convertían en el nuevo sonido de los segundos.


Sin avisar y con fuerza logró sumergir su mano en un charco de placer, sintió cómo se apretaban los músculos del corazón y borró abruptamente el pasado confuso, dejó claro que todo lo que había sucedido antes se convertiría en nada desde ahora... desde que sus dedos lograron entrar en su alma.


El seño fruncido, los ojos cerrados, la boca entreabierta mostrando sus blancos dientes, el corazón latiendo a mil, un cuerpo sudoroso temblando y varias palabras tropezadas formaron el conjunto perfecto para convertir ese momento en una eternidad dentro de sus mentes.


La gente asombrada miraba a través de la ventana, con desconcierto, a dos seres bañados en sangre amándose con brutalidad y rapidez. Dos seres alquimistas capaces de transformar sus sonrisas en orgasmos intensos y sus lágrimas en promesas puras.


Astutamente utilizan el silencio como su mejor aliado para disfrutar de los susurros al oído, al cuello, al alma... susurros que vibran por toda la piel, recorriendo los sentidos, erizando el corazón y los pechos. 


Desequilibrados de tanto amor cayeron los cuerpos rendidos de placer, cayeron en los brazos más suaves que jamás sintieron, cayeron en los besos más dulces, cayeron a los pies del romanticismo... inevitablemente sucumbieron ante sus ganas de ser para siempre lo que son hoy.


Amasan con sus manos el deseo de poder ver esos ojos llenos de vida y muerte, aún sabiendo que el reloj no marca la hora real, sino los minutos que quedan para golpearse con la inevitable despedida.