23 mayo, 2020

Culpa

No te culpes por querer un amor bonito.

Un amor sin limitaciones,
radiante y espeso,
intenso como tus ojos y delicado como tus manos.

No te culpes por querer un amor real.

Sin medias tintas ni escasa estabilidad,
rebosante de sonrisas y amables cuidados,
ligero de dudas y silencios,
cargado de primeras veces y amaneceres románticos.

No te culpes por querer un amor constante.

Estás lista para caminar sosteniendo la mano de tu futuro.
Te guardaste tantas caricias que es hora de soltarlas en el cuerpo indicado.
Tienes tanto amor que no mereces menos de lo que estás dispuesta a entregar.

No te canses de creer en el amor.

El amor sí existe,
acumula situaciones pasadas y
nace de un duro golpe en tu alma para
hacerte entender lo valiosa que eres
y lo que estás dispuesta a recibir.
El amor sí existe y después de ayudarte a crecer
se complementa con otra alma que ha pasado el mismo proceso
para juntos dar paso a una historia nueva y absolutamente diferente.

No te culpes por querer un amor completo,
hay gente que no sabe lo que vale y se conforma con mitades.

Tú no eres una mitad,
eres una poderosa mujer completa.

Llegará aquel que sepa apreciar tu imponente forma de ser y
te amará con tus simplezas y complejidades,
esperando reciprocidad, seguridad y calor.

No te culpes, tu amor bonito ha tardado un poco, pero está en camino.

Inefable

Ella es la protagonista de su propia historia y sin saberlo, también la de otros.

Su cuerpo baila de forma innata al ritmo de su corazón,
cuando la música irrumpe deja a un lado los temores oscuros
y le regala al momento su danza más sensual provocando a los cuerpos que
la rodean ansiosos de un poco de atención,
como si se tratase de algún cortejo urbano a la vida
para que le permita cumplir sus objetivos.

A veces quiere huir
pero es allí donde demuestra su valentía y enfrenta sus verdades
al asumir sus culpas para empezar desde cero,
con otra mente y otro cuerpo.

No es fácil dar con ella, 
es una gema hermosa incluso más que la Estrella Rosa 
por eso se esconde profundo en su propia mina 
para tratar de protegerse del inevitable caos que trae consigo el amor y el desamor. 

La noche se apodera de su mente para evitar el ansiado encuentro con Morfeo,
bombardeándola de recuerdos y anhelos que congela durante el día
para poder permanecer en calma.
La luna y sus estrellas la obligan a analizar una y otra vez todos esos momentos
que ella hubiese preferido no vivir o que quisiera volver a sentir,
bañándola en oscuridad y penumbra hasta que los acepta.

Lo desconoce, pero brilla más que cualquier luz existente 
por el reflejo de su fuego interior proyectado 
en los espejos de sus ojos color café tentación. 

No entiende que para brillar necesita un poco de oscuridad.

Atraviesa sola el inevitable proceso de la juventud,
lo hace a su paso y bajo sus propias reglas;
no hay nadie que gobierne su mundo más que ella
y su idea de conseguir la vida que tanto ha soñado.

Limpia su rostro salpicado de falsas promesas,
llamadas no deseadas y mentiras reveladas,
lo limpia con desesperación para que nadie note sus lágrimas doradas
y su forma tan dulce de sollozar.

¡Desafortunado el que no es capaz de reconocer su brillo y autenticidad! 
¡Desafortunado el que no la impulsa a ser más! 

Ya quisieran otros poder sentir la textura de su piel morena, 
rozar sus carnosos labios, 
sentir con la palma de la mano el latido de su corazón 
o dormir abrazado a su espalda. 
Ya quisieran otros ver a través de sus ojos para 
palpar la vida desde sus heridas y lecciones aprendidas. 
Ya quisieran otros encontrarla.

Reconoce con vergüenza las veces que permitió ser lastimada
por dudar del poder de su inteligencia
y de la perfección de su cuerpo tan real.
Se responsabiliza con tristeza de las veces que se dejó llevar por la ira
cometiendo errores dignos de la adolescencia.

Ella hubiese querido que supieran sostener su mano entre la gente
pero se rodeó de puros cobardes herederos de vacíos emocionales,
por eso ahora tiene miedo y por momentos
desearía cavar un poco más su mina para sentirse segura.

No merece nada menos que la felicidad absoluta.
No merece nada menos que recibir el intento diario de alguien que tenga como objetivo brindarle estabilidad y crecimiento humano.
No merece nada menos porque ella lo entrega todo.